jueves, 30 de agosto de 2007

Mi Barrio

Desde el año 1969, por la jubilación de mi Señor Padre, vilmente explotado por la IPC y Petroperú, la familia en pleno tuvo que irse a vivir Piura en Talarita, cerca de los Canales de Regadío Ortiz y Balarezo, de Talara pase a Talarita, cerca de la avenida El "Progreso", casi al frente del Colegio Miguel Cortés, a 6 0 7 km. del centro de la ciudad principal.

El lugar era un sitio habitado por gente pobre con muchas ganas de trabajar, había entre sus habitantes obreros jubilados de la empresa petrolera de Talara, vivían los SEÑORES MAESTROS de escuela pública como los Pajuelo y el profesor Atarama, otros conciudadanos eran panaderos, policías municipales, volqueteros, cargadores de agua, uno que otro pequeño empresario de transporte y zapatería.

Viví en aquel lugar 4 años, era un lugar sin veredas, sin áreas verdes, el agua era mala y salada, las noches eran siniestras por la falta de luz eléctrica, las calles y las casas sobre todo en las tardes se llenaban de polvareda, para evitar este polvo muchos de los lugareños solíamos echar aguas en las pampas, lo que conocíamos como regar.

Aún así, los jóvenes de aquellas épocas tratábamos de hacer algo, recuerdo que fundamos los Clubs Juventud en Orbita y el Deportivo Manco Inca, por iniciativa propia y el Club San Martín de Porres bajo la dirección del sacerdote de la Parroquia. Desde estas organizaciones juveniles intentábamos de hacer algo para mejorar la presencia de nuestros barrios, vaya que logramos por lo menos que los mayores fueran más cuidadosos con los hijos.

En 1974, mi familia se desplaza a Lima y yo con ellos, de paso venía a la Capital para postular a la Universidad. Luego, dentro de la óptica de conocer que pasa en el "Perú profundo" (términos que tanto odia el ultraliberal Mario Vargas Llosa), decidí después de 12 años regresar a Piura, necesariamente fui a mi barrio, a visitar a mi amigo Javier Gonce, gran amigo, de esos que ya no hay; triste fue encontrarlo igualito, con los mismos males y hasta quizá más agudos que en antaño, ya no había el Canal, ahora era un centro poblado que llega hasta la ribera del Río Piura, por un lado y por el otro, la población colinda con los terrenos del Aeropuerto y de la Fuerza Area del Perú .

La visita en ese año me condujo a escribir un breve artículo, más era una reflexión como quien dice "los papeles perdidos", no terminaba de entender como el movimiento y el tiempo se había detenido en estos lares.

En la tercera semana de agosto de 2007, he regresado a visitar nuevamente a Talarita-Piura, vale decir a los 33 años o 396 meses, ósea una eternidad.
Aproveche para ver como este lugar no sólo se había detenido en el tiempo sino que hasta había retrocedido ante el avance de la humanidad, de la ciencia y tecnología; mis ojos no podían dar fe de lo que estaban mirando; sentía que la vida no había transcurrido, sólo sentía junto a Javier que los años se nos vinieron encima.

Siguen las calles sin asfalto, no hay veredas, no existen calzadas, el agua mala, saladísima y con impurezas, el alumbrado eléctrico ha mejorando en algo, es menos tenebroso, pero la gente se camina con desconfianza, con temor, la presencia de las casas es deprimente, se nota la miseria material. El Colegio Miguel Cortés está cercado de tal manera que más parece una cárcel en la que están recluidos los peores delincuentes, no se ve la algarabía de los estudiantes en los recreos como en antaño.

Un hecho me produjo espanto, cuando le dije al taxista del tico que me llevara al lugar, éste me contesto que no iba por esos lugares, por que Talarita se había convertido en territorio de las pandillas, él había sido víctima de un intento de asalto, me enseñó el cuello y en la parte de la yugular tenía una evidente cicatriz, era la muestra de un corte de pico de botella. Felizmente, el conductor entendió que necesitaba que me llevara y así lo hizo.

El hecho narrado por el taxista, se lo conté a mi amigo Javier, quien me ratifico que después de las 18:00 horas, sólo entran taxis a su sitio, los choferes valientes o aquellos que portan arma, ya que generalmente éstos son asaltados, heridos y en otros casos los encuentran hasta muertos.

Javier que es una persona inteligente, con buen sentido común, me manifestó que las autoridades de la zona, los alcaldes, regidores y toda laya de jerarcas no les interesa la vida de sus vecinos; Mario, me dijo, creo que ni Dios se acuerda de nosotros, vivimos porque tenemos que vivir, qué podemos hacer.

En estos 33 años que han transcurrido, han pasado en el país, diversos gobiernos, civiles, militares, dictaduras, democráticos, represivos, demagógicos, con parlamento, sin parlamento, proteccionistas, liberales, ultraliberales, participativos, corruptos, gananciosos; pero existe una sola verdad, que los pueblos del interior del país son cada vez más pobre, más abandonados a su suerte, más incultos; perecieran que no tienen ni destino ni futuro.

A pesar de los modelos de gobierno y modales estatales, de estos últimos 33 años y también los anteriores, de seguro que los alcaldes, regidores, ministros, presidentes, magistrados, banqueros, inversionistas nacionales y extranjeros, las castas militares, son cada vez más ricos; pero no sólo eso, mantienen para el futuro sed insaciable de las ganancias.

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